martes, 15 de febrero de 2011

MARATÓN DE SEVILLA 2011


Cartel del Maratón de Sevilla 2011
Siendo sincero, antes de publicar esto había escrito ya dos crónicas distintas de la maratón de Sevilla pero después de leerlas ninguna me acababa de convencer porque por no hacerlas muy largas en las dos me había dejado muchas cosas por escribir que me hubiera gustado compartir. Supongo que es normal debido a mi inexperiencia en estos mundillos; tanto el del maratón como el del blog. Intentando hacer esto, me he dado cuenta de que es dificilísimo (sino imposible) contar todo lo que querrías contar sobre tu primer maratón en una única entrada y quedar totalmente satisfecho porque la carrera es muy larga y el blog muy corto. Es una sensación, una satisfacción personal  y un sacrificio  que no se pueden explicar aquí, la única forma de experimentarlas es hacer un maratón por uno mismo…ya lo siento.





Así que nada, finalmente he decidido que voy a escribir aquí los detalles generales muy por encima para no aburrir al personal y me dejo para mí los momentos o sensaciones más personales que, lógicamente, estaré dispuesto y orgullosísimo de contar a todo aquel que me lo pida. Conforme vaya haciendo más maratones iré cogiendo rodaje a la hora de correrlas y de resumirlas con palabras posteriormente. Bueno…allá voy.

Desayuno mediterráneo en Sevilla...así ya se puede.
Lo primero de todo es resaltar que el maratón no empieza el momento en que el juez pega el disparo de salida al aire. Para mí, el maratón de Sevilla empezó ya hace un par de meses, que fue cuando decidí que me iba a apuntar y desde entonces, estuviera haciendo lo que estuviera haciendo siempre tenía en el fondo de la cabeza una vocecilla que decía “maratón, maratón, maratón….”. Hay que estar bien preparado mentalmente para un esfuerzo físico tan largo y tan duro, sobre todo en esta primera vez.

Con mamá y La Giralda de fondo.
Pero los días pasan y poco a poco se va acercando ese crítico domingo 13 de febrero de 2011. El viernes anterior (día 11), llegó a Sevilla como ya dije la expedición barbastrense compuesta por Pepe y Blanca. El viernes lo pasamos viendo Sevilla, estuvimos comiendo en dos sitios míticos de la ciudad como son Los Coloniales y Las Codornices en Triana, dos garitos bastante recomendables por cierto. La actividad principal del sábado fue ir a por el dorsal y la camiseta (que dicho sea de paso, es una mierda…) a la feria del corredor que había en el Estadio Olímpico; por la tarde ya relax en casita y a dormir tras ver en la tele el Racing-Sevilla.

Mogollón en la salida
Y llega el domingo….día del maratón. Como anécdota tengo que decir que el taxista que nos llevó hasta el Estadio Olímpico fue el mismo que hace dos semanas me llevó a mí a la media maratón de la Isla de La Cartuja, una curiosa coincidencia. Entonces llegas al estadio, te cambias, calientas, ves el ambiente, mamá te hace una foto, sigues calentando, miras a la gente, miras el estadio, intentas no pensar en lo que estás a punto de hacer, sigues calentando, te ajustas el dorsal, sigues calentando y….pum!! Ha sonado el disparo y comienza el maratón.

Calentando y controlando los nervios totalmente a mi bola.

Foto previa a la aventura.
Desde el kilómetro 1 hasta el kilómetro 42 fui todo el tiempo al lado de mi padre y menos mal, porque de no ser por él estoy seguro de que no hubiera terminado. Se nota mucho la experiencia que él tiene en estas cosas y va muy bien que alguien te lleve el ritmo y te ayude a no pasarlo mal. Por esto mismo, en todo lo referente al desarrollo de la carrera voy a tener que ponerlo en plural, porque ambos pasamos por los mismos sitios a la vez.

Pasando por el kilómetro 16...buenas caras y sonrisitas todavía.
Empezamos a un ritmo muy suave y se podría decir que hasta el kilómetro 30 la cosa fue “sin mayor complicación” entre comillas, hacer 30 kilómetros corriendo nunca es fácil; de hecho, yo nunca había llegado a esa distancia en toda mi vida antes. Fuimos avanzando poco a poco, pacientemente, sin mirar el reloj y derribando kilómetros hasta que ya en la avenida de La Palmera (muy cerquita del estadio del Betis), te encuentras de lleno con el cartel que pone 30 KM. Ah amigo!... ahí empieza “la otra carrera”.



Un poquito de postureo en la Ronda de Triana (kilómetro 33)
  Una vez pasado el 30 los carteles que te marcan los kilómetros llegan cada vez más y más tarde. Entonces lo que hay que hacer es bajar la cabeza, no pensar absolutamente en nada y dejar que las piernas tiren solas. Desde el 30 al 35 el recorrido pasaba por la Feria de Abril y la parte trasera del barrio de Triana, una de las zonas donde más público y gente había. Vas tirando y entonces te plantas en el 35, el que se suele decir que es “el muro”, un kilómetro en el que estás ya hasta las pelotas de correr pero que ves que te falta tan poco para llegar el 42 que ya corres por inercia aunque, si lo piensas en frío, te quedan todavía 7 kilometrillos “de nada”….


Sobrepasando el kilómetro 36...vamooooos!!
 Lo del muro se suele decir y yo lo puedo confirmar, porque allí me pegó una pájara en toda regla. De repente me vinieron unas ganas compulsivas de asaltar la fábrica de Nestlé y una necesidad urgentísima de azúcar en vena. Gracias a que estábamos en la Ronda de Triana, una de las calles con más bares de Sevilla, mi padre entró a uno y me consiguió unos sobres de azúcar para el café que me los comí como si fuera mi último día sobre La Tierra. El efecto fue milagroso, tal cual me los comía notaba cómo mi cuerpo los transformaba en la energía que me iba a permitir afrontar los últimos kilómetros (otro día contaré como químico que voy a ser en qué consiste una pájara más concretamente). Y así, muy poco a poco y sin mirar el reloj ni el tiempo que llevábamos en marcha ya que ese no era el objetivo…aparecimos en el Estadio de La Cartuja.

Yo pensaba que iba a poder disfrutar y saborear más el momento de cruzar la meta pero en realidad, tienes ya tantas ganas de acabar que ni me fijé prácticamente. Los últimos metros los dediqué a aplaudir a la gente de la grada que nos estaba aplaudiendo también y en llegar; el tiempo en ese momento era lo que menos me importaba. Al cruzar la meta, nos abrazamos con mi padre, le di las gracias, nos dieron una toalla y una medalla, unos pocos de estiramientos, una duchita caliente, reencuentro con mamá y a comerse un buen entrecot el Mesón Serranito de Triana.  Como balance, 4 horas 35 minutos de carrera y unas buenas agujetas y escozores varios por las piernas pero eso sí, una enorme satisfacción y la sensación de que eres el tio más fuerte del mundo. La mayoría de la gente no lo entiende ni lo valora, pero eso que se siente al acabar no se paga con dinero…



Mi objetivo está cumplido con creces: terminar el maratón. Yo no pedía más. No me puse límite de tiempo ni nada de eso, únicamente quería terminarla, disfrutar y quedarme con ganas de hacer más no sé cuándo….he conseguido las tres cosas.

SECCIÓN DE AGRADECIMIENTOS:


Una de cuerpo entero, para la portada del Marca.
Primero) A mi padre: como ya he dicho, de no ser por él no hubiera podido hacer esto. No solo me marcó el ritmo y me ayudó sino que, además, a pesar de que yo sea más joven y todo eso….me tuvo que esperar en algunos momentos (como en el kilómetro 27 y el 34 entre otros). Si no hubiera ido conmigo, él podría haber terminado la maratón con un tiempo bastante mejor. De hecho, para él esta maratón es un “borrón” en cuanto a marca y tiempo se refiere…pero se sacrificó por la causa. Muy poca gente puede decir que con 22 años ha corrido un maratón al lado de su padre, yo ahora sí que puedo y estoy muy contento y orgulloso de poder contarlo.

Segundo) A mi madre: ella no corrió el maratón porque está mal de la rodilla, pero algún día también hará una seguro. En esta ocasión se encargó de hacernos fotos, videos y de animar en varios puntos del recorrido, que también es muy importante. Además, con lo poco que animaba la gente se le oía enseguida…

Tercero) A mis padres en general: si no fuera porque tengo unos padres tan “poco usuales” seguramente yo no haría estas locuras. Me refiero a que lo normal no es tener unos padres así de sanotes y deportistas; lo normal sería tenerlos gordos, sedentarios y fumadores pero no….en mi caso no es así. No creo que yo estuviera haciendo estas cosas de no ser por lo que veo todos los días en casa y por la afición que me han transmitido.

Cuarto) A Sevilla: porque se ha portao. El viernes y el sábado estuvimos viendo la ciudad con un sol impresionante y a 23 grados constantes, pero el día del maratón nos puso un cielo encampotado y 13 graditos para correr…tiempo perfecto.

Bueno pues ya está, al final me ha quedado un poco largo aunque la ocasión merece la pena. No creo que sea esta una buena crónica de un maratón pero lo dicho, poco a poco iré cogiendo experiencia y rodaje y las haré mejor. La siguiente no sé ni cuándo ni dónde será…eso ya se irá viendo.

Yo por el momento, ya estoy en el club de “gente que ha hecho un maratón”. Ya me he quedado tranquilo….

4 comentarios:

  1. ENHORABUENA POR TU "PRIMERA VEZ", el hecho de hacerla junto a tu padre le da muchísimo más mérito pero lo de sentimental tiene.
    Y Sevilla...........bueno, a mi esa ciudad me tiene loco...VIVA LA ESPERANZA DE TRIANA!!!!!!
    Te agrego a mi lista de blogs y sé bienvenido MARATONIANO

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  2. estoy muy contenta de verte feliz, me gusta tu crónica.... sé que es sincera. Me hubiera encantado poder acompañaros a los dos pero será en otro momento, otra ciudad,....en fin no dejes de correr nunca...¡¡¡¡ un beso muy grande desde Barbastro y cuídate mucho.. mama

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  3. bueno campeón, que nos sentimos muy orgullosos de ti. hoy me han preguntado por como le fue a mi sobrino el maraton. orgullo baturro. aqui estan, estos son, los cojones de aragon!!!

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  4. Enhorabuena Martín. No veas como está tu padre...no dice nada pero...Me encanta cuando le preguntas que tal fué y responde: bien, acompañando a Martín.

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